Sé que una fecha como a la que hoy llegamos está ‘comercializada’ por los Grandes Almacenes, que hacen caja para celebrar el Día de la Madre, como si el resto de los días ‘no tuviéramos madre’, o no nos acordásemos de ella. En cualquier caso y dado que mi madre partió hace unos años, son muchos los momentos, no solo los días, en los que la tengo muy presente. Aprendí mucho de ella y con ella y «…puede ser un gran día…» para pensar en ella. ¿Por qué no? ¿Quién lo determina? Pues simplemente cada cual.
Respeto, faltaría más, quienes no celebran este día por la comercialización y mercantilismo que de él se ha hecho. Cuestión que reconozco. Pero, como ya he comentado, que cada cual haga lo que le plazca, sin más. Y punto. A ver si por querer ser más papistas que el Papa, vamos a pasar de felicitarla (aunque nos apetezca), de mandarle un beso (aunque estemos deseándolo), de decirle todo lo que la queremos (sin saber si habrá otra oportunidad), o sencillamente, porque no estamos de acuerdo con estas celebraciones.
Desde mi experiencia y mis recuerdos como hijo he querido dibujar estos versos, que ahora comparto, en los que juego con lo cotidiano y con lo que me acerca a una infancia en la que los olores, sabores y pensamientos me trasladan a momentos vivimos con intensidad, cuando ella estaba a mi lado y podía abrazarla o besarla. Ahora ya no me es posible, pero no quiero perder la oportunidad, con independencia del día que sea, de dedicarle mi recuerdo, mi amor y estos versos.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Dos corazones palpitando
con la lógica arritmia
del que comienza un camino
junto al que ya tiene camino andado
una sístole por dos diástoles
o una diástole por tres sístoles
qué más dará
si las matemáticas no entienden de pálpitos
tan solo de ritmos y de teoremas
y de propiedades…
no de las que atesora el hombre
para enriquecerse
sino de las que conforman
muerte y vida
en la senda que cada cual elige.
Aún recuerdo ese palpitar
tan tuyo que siempre sentí mío
pues aprendí a seguirlo
al igual que la luna acompaña el girar de la tierra
o el tronar del trueno sigue al luminoso rayo
cuando aparece la tormenta.
Entorno mis ojos
y escuchando el silencio
entre los latidos de este mi corazón
me encuentro con el palpitar del tuyo
que atempera
el desbocado vivir
que a veces me conduce a ninguna parte
retomo de nuevo el camino
una diástole por una sístole
o una sístole por una diástole
quizá y después de todo no dé igual.
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