Por si algún día no recordase, mi amor, léeme un poema

logoHan sido muchos los poemas que he compartido en este lugar de encuentro, en los que hablo de la memoria, de los recuerdos, o de la pérdida de ellos. Considero que es bueno, sano y gratificante, incluso diría que recomendable, traer a nuestra memoria recuerdos de momentos vividos para no olvidar de dónde venimos; para no olvidar el camino recorrido; para no olvidar que si estamos en el lugar que nos encontramos, es gracias a las decisiones tomadas y al tiempo ya vivido. No sé si es por la edad que ahora me acompaña (voy camino de las 64 primaveras), o porque me agrada recordar, con cariño, a personas que ya no están, pero que son parte de mi vida. Nunca con añoranza; siempre con la alegría de un tiempo compartido.

Creo que escribo para ser recordado. Me gustaría dejar huella de mi paso por este lugar al que llamamos Mundo y permanecer en la memoria de los que vienen detrás de mí. Me gusta hablar de mis padres, que ya no están conmigo; me gusta recordar a mis abuelos, sus vivencias compartidas y otras que me contaron; me gusta recordar momentos felices con amigos, que ya no están, o bien porque ya partieron, o porque sus vidas discurren por otros caminos. Me gusta mirar a la vida, de frente, no con desafío, sino con agradecimiento por haberme concedido el tiempo para atesorar tantos buenos recuerdos. Los malos momentos no necesito recordarlos, ya los pasé, por qué traerlos a la memoria, si ya fueron compensados por el equilibrio del Universo.

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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Si alguna vez no recordase

lo que ahora recuerdo,

léeme un poema

que acerque hasta mi memoria

lo que pudiera haber olvidado.

 

Recuérdame lo que me gustaban tus besos

y el calor de tus abrazos

y el mirar de tu mirada;

recuérdame los paseos por la playa

y la caricia de la mar calma

sobre nuestros pies desnudos

y las fragancias de las flores en primavera

después de marcharse el invierno.

 

Recuérdame los dorados amaneceres

y la lluvia repiqueteando en los tejados

y la luna llena las noches de otoño;

recuérdame todos los caminos recorridos

y aquellos puentes que no cruzamos,

sencillamente porque no quisimos;

recuérdame el llorar de los sauces

derramado en nuestro añorado estanque.

 

Recuérdame las estrellas del cielo

y el mágico danzar de los girasoles

y las risas de los niños;

recuérdame el llanto por la alegría

y también el que acompaña la tristeza

y el que te abraza cuando nace la pena;

recuérdame el trino de los pájaros

y el silencio de los bosques

y el sonido del viento entre los árboles…

y mi lado preferido de la cama.

 

Recuérdame, amor,

si alguna vez no recordase

lo que pudiera haber olvidado.

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:)

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