Creo que en estas fechas todos nos acordamos de los que ya no están entre nosotros, ‘sin acordarnos’ de los que aún permanecen a nuestro lado. A ellos tenemos tiempo de decirles cuánto les queremos; cuánto les extrañamos; o cuánto nos gusta estar a su lado. Para despedir este año 2018, que ‘ha decidido’ dejarnos, quiero contaros una pequeña historia que se recoge en los versos que comparto.
Imaginaros un hombre adulto. Su padre está ingresado en un hospital. Es mayor. Está aquejado de una dolencia pasajera, de la que se recuperará, pero tiene principio de alzhéimer y demencia. A veces no reconoce a sus hijos. Se turnan para no dejarle solo en el hospital y que, al menos, los momentos en los que su enfermedad afloja puedan decirle todo lo que le quieren y volver a sentirle cerca; a sentirse cerca. Estas situaciones forman parte de la vida de muchas familias. Podemos ser cualquiera de nosotros.
Para todas las familias que pudieran vivir una situación semejante dibujo estos versos, con los que quiero despedir este año. La vida merece ser vivida con intensidad, pero sin olvidar a los que tenemos a nuestro lado. Forman parte de esa intensidad. Todos necesitamos escuchar una palabra amable. Recibir un abrazo. Sentir una caricia. Escuchar de una voz un ‘te quiero’; un ‘te extraño’; o simplemente ‘gracias por formar parte de mi vida’. Feliz 2019, para todas las personas de bien.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Nos acompaña la noche
y el silencio que reina
en la habitación de un hospital
interrumpido de forma constante
por intermitentes pitidos agudos
de máquinas que acompañan latidos
y el bullir del oxígeno
que juega a liberarse
dentro de un recipiente de plástico
en el que el agua a instantes reposa.
La luz de un pasillo iluminado
decide entrar en la habitación
colándose por debajo de la puerta
se ha invitado a la vigilia
y su llegada
me permite identificar perfectamente tu rostro
y tus manos sobre la sábana
y las puertas del armario y la mesilla
y la televisión apagada.
Hablas en un susurro
apenas perceptible
me acerco a tu cama
y acaricio tu rostro con mis manos
para que no te sientas solo
“Soy yo mi amor
estoy a tu lado
no tengas miedo
descansa tranquilo.»
Siento que no te serenas
y tu respiración se acelera
ya no es un susurro
lo que de tu garganta nace
parece más un lamento
una súplica un ruego…
“¿Por qué me has dejado?
¿Por qué no me llevas contigo?
¡Patri!
Papá ¿dónde estás?
Prepáralo todo y nos vamos juntos.”
La noche se hace eterna
cuando regresan a tu memoria
los que ya partieron
si bien
no sé si en verdad te visitan
pues diriges tus palabras a alguien
que tienes frente a ti
o son alucinaciones o son sueños
o simplemente les hablas
pues sientes su compañía.
Dejo mi rostro
reposar junto al tuyo
mis manos acarician tus manos
acompasando mi respiración a la tuya
hasta conseguir que la tuya acompañe la mía
siento cómo te sosiegas
cómo se relaja tu cuerpo
hasta que un involuntario espasmo
nos devuelve a esta realidad
ha vuelto la noche
a esta habitación
con todos sus silencios
pronto amanecerá.
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