Con lo fácil que sería solucionar los problemas del Mundo, que el hombre genera, y a lo que nos dedicamos en lugar de buscar soluciones es ‘dispersarnos’ y ‘marear la perdiz’. Tan solo con poner un poco de voluntad y un menos de egoísmo; pensad más en ‘nosotros’ que en ‘yo’; muchos de estos problemas se resolverían. Ya si pusiéramos en lugar de ‘un poco’, ‘un mucho’ se resolverían de forma definitiva.
¿Quiénes somos nosotros para decidir sobre el futuro y la vida de aquellas y aquellos que nacieron en un lugar diferente al nuestro? ¿Quién genera los conflictos que asolan pueblos, ciudades y aldeas en los que vive gente normal y en paz con sus sueños y sus esperanzas? ¿Te lo has preguntado, de verdad?
Nos olvidamos de conflictos porque salen menos en la ‘tele’ o en la prensa; o porque no queremos verlos pues pueden incomodarnos; se habla de los refugiados como si fueran apestados o culpables de las guerras o la persecución que les expulsa de sus hogares; son como tú y yo, y tiene los mismos derechos que tú y yo… Pensando en ellos y su dolor, he pintado estos versos que ahora comparto contigo.
Si te apetece puedes escuchar estos versos:
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Permíteme
Mundo
que deje mis huellas
en esta playa
para que la mar las recoja
y las guarde junto a sus olas
hasta mi regreso.
Permíteme
Mundo
que deje mis huellas
en esta senda
para que el viento las recoja
y las guarde junto al otoño
hasta mi regreso.
Dejé atrás mi hogar
o lo que quedaba de él
dejé atrás dolor y muerte
y amigos y hermanos
y vecinos y sobrinos
y padres
y vidas arrancadas a la vida
por la indecente sinrazón
de los hombres
las lágrimas
ya no me dejaban ver el sol
ni las estrellas en las noches
sin luna
en las que me sentaba
junto a mi mujer
y mis tres hijos
a la puerta de nuestra casa
y les hablaba de sueños
y de esperanzas
y de vida
y reíamos ella y yo
con la contagiosa risa
de nuestros pequeños.
Tan solo hace dos meses
que partimos
y Fátima no parece
que tenga seis años,
apenas sonríe
y Samir no parece
que tenga ocho años,
apenas habla
y Khaled no parece
que tenga nueve años,
su mirada es otra
ni mi Sara y yo parece
que tengamos…
ya no sé qué edad tengo
ya no sé qué edad tenemos
demasiada mar
demasiada tierra
demasiado cielo
incierto sobre nosotros
demasiada muerte
a nuestro lado
demasiado todo
para nada.
Papá, no quiero estar aquí
me dice Khaled
antes de quedarse dormido
sobre mi regazo
miro los ojos de Sara
que en silencio miran los míos
nos abrazamos los cinco
en esta noche templada
bajo un cielo de estrellas conocidas
aun lejos de nuestro hogar
y comienzo a cantar aquella nana
que les cantaba cuando siendo bebés
se dormían en mis brazos
ellos acompañan mi voz
y mis oídos reciben
la más bella melodía
que jamás pudieron entonar unos ángeles.
Regresaremos a aquella playa
y recogeré mis huellas
que la mar guarda
regresaremos a aquella senda
y recogeré mis huellas
que el viento guarda.
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