Creo que me gustan todas las estaciones que la Naturaleza nos regala cíclicamente cada año. Cada una tiene su encanto, y si permites que tu mirada mire, libre de todo prejuicio, seguro que encontrará el encanto que cada uno nos proporciona. Por estas latitudes nos visita el invierno, con sus cortos días, largas noches, días de lluvia o nieve, frío y cielos cubiertos de nubes que, en ocasiones, parece que no tienen ninguna prisa por continuar viaje hacia otros cielos.
El invierno me gusta por el silencio que nos regala. Solo debemos aprender a escucharlo para entender el porqué de su existencia. Miles de recuerdos y pensamientos cruzados se agolpan en mi memoria. No desean salir, en este instante. Quieren permanecer al calor de los sueños que están por cumplir. No tienen prisa, antes o después llegará la primavera y deberán dejar espacio a los pensamientos y recuerdos de miles de colores que traerá la primavera. No tiene prisa. Ahora es invierno.
Dejando libre el desván de mi memoria, en este domingo de invierno, caminan estos versos por viejos escalones de madera que conducen hasta el alfeizar de mi ventana. Asomados tras los cristales ven llegar la tarde. No tienen prisa. Saben que pronto el poeta abrirá las ventanas de par en par y podrán volar libres hasta encontrarte, aun sin haberte perdido. Es invierno y hace frío, pero no tanto para el olvido.
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Si te apetece puedes escuchar estos versos
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Me gusta el invierno
por sus silencios
cuando parece
aletargarse el tiempo
y la vida se ralentiza
al igual que las olas
se acercan a la playa
huérfanas de viento.
Desaparecido el cielo azul
un techo de grises nubes
adorna mi entorno
regalándome paisajes
en otro tiempo soñados
donde la Naturaleza descansa
para renacer de nuevo.
Nada es eterno
ni la lluvia
ni las nubes
ni las ausencias
ni las olas huérfanas
ni los lamentos.
Corre el agua libre
por senderos, campos y veredas
saciando la insaciable sed
de la herida tierra;
corre el agua viva
por caminos, carreteras y cunetas
donde aún descansan
anónimos cuerpos
de inocentes asesinados
indecentes ajustes de cuentas
por pensar
lo que otros no pensaban.
Me gusta el invierno
por lo que me cuenta
en sus silencios.
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