Nada es para siempre; lo sé. Que el amor es algo maravilloso; también lo sé. Y que necesita alimentarse con grandes dosis de comprensión y respeto mutuo; no tengo ninguna duda. El amor evoluciona en la pareja como evoluciona la vida, con naturalidad, pero también con luces y sombras a las que deberemos hacer frente, si creemos en ese amor que nos unió a nuestra pareja. Nada es sencillo, tampoco amar; tampoco vivir.
En un momento determinado alguien decide abrir la puerta y partir. No sé si para respirar. No sé si para encontrarse. No sé si para no perderse. No sé cuál puede ser la razón que (nos) impulse a tomar esa decisión. Pero en verdad, se toma. Si miramos a nuestro alrededor, seguro que conocemos a alguien que en algún momento decidió partir.
He querido dibujar estos versos en la ausencia que la soledad invade cuando alguien parte. No obstante, dejemos siempre la posibilidad de abrir nuestra puerta, de nuevo, a aquel (aquella) que partió; o a aquel (aquella) que se acerca por primera vez hasta nuestro hogar.
Si te apetece puedes escuchar estos versos:
.
He sentido
cerrarse la puerta
y he quedado solo
con tu ausencia
latidos de silencio
me acompañan
mientras la tarde
camina inexorable
hacia el ocaso
que paciente aguarda su llegada.
Ayer éramos dos
o quizá ya no lo éramos
quizá hace tiempo
dejamos de serlo
sin embargo
aún percibo el aroma de tu cuerpo
en el aire que respiro
en la que es…
en la que era nuestra casa
ahora todo es distinto
ahora
nada
es como el ahora
que ayer fue.
Tengo miedo de olvidarte
tengo miedo de no amarte
como antes te he amado
tengo miedo del olvido.
Sentí tu amor
cuando tomabas mi mano
sentí tu amor
cuando tus labios
eran uno con los míos
sentí tu amor
cuando mis ojos miraban
los tuyos
mientras los tuyos sonreían
mi llegada.
Dejé de sentir
el amor de tus palabras
cuando volvías a casa cada tarde
y nos encontrábamos
de nuevo
dejé de sentir
el amor en tu mirada
cuando cada tarde volvíamos
a nuestra casa
y de nuevo nos encontrábamos
dejé de sentir
la dulzura de tus labios
y la suavidad de tus manos
cuando regresábamos de nuevo
a nuestra casa cada tarde
después de la jornada de trabajo…
creo que dejé de sentirte
creo que dejaste de sentirme
creo que dejamos de sentirnos.
He sentido
cerrarse la puerta
escucho aún lejano
el latido de un corazón
tal vez sea el mío…
lo es tan cierto que lo es
mañana
tal vez se abra mi puerta
de nuevo.
.
.