Cada cierto tiempo escuchamos noticias sobre el ‘cambio climático’. Que si es verdad; que si es mentira; que si son intereses de empresas; que si son intereses de países… Yo no soy ningún experto en esta materia (ni en muchas otras que tanta gente opina dictando sentencias ‘como si supieran’), pero observo. Y observo la sequía que agrieta tierras antes fértiles. Glaciares derritiéndose. Fenómenos atmosféricos más frecuentes arrasando pueblos y ciudades…
Pensando en ello, y en el abandono de pueblos en nuestro país, en los que la vida latía junto al latir de la tierra, y en los que los ciclos vitales de sus habitantes iban de la mano de los ciclos vitales de la Naturaleza, he decidido escribir estos versos que ahora comparto. Puede ser cualquier persona, él o ella, la que presta su voz. Puede ser cualquier lugar, próximo o lejano, conocido o desconocido, que preste sus caminos, valles y tierras a este poema.
No obstante, no debemos ser derrotistas. No todo está perdido. Dejemos de mentir. Dejemos de mentirnos y cuidemos aquello que no es nuestro; que NUNCA ha sido nuestro. Solo nos ha sido prestado para que disfrutemos de este entorno y cuando lo abandonemos (que lo abandonaremos, antes o después) lo dejemos, en el peor de los casos, igual que lo recibimos de los que ya partieron. Y en el mejor de los casos, que hayamos facilitado la conservación de todo lo que nos rodea.
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Si te apetece puedes escuchar estos versos
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Ya no lloran los sauces
a la orilla de los arroyos
ni tan siquiera el viento
recorta la silueta de las nubes
que anárquicas difuminan el cielo.
Ya no ladran los perros
con el tañer de una campaña
ni tan siquiera niños y niñas
juegan en el parque
que solitario descansa junto a la ermita.
Ya no vuelan las golondrinas
buscando balcones donde anidar
ni tan siquiera las estrellas
iluminan lejanas la noche
que en silencio duerme tras la tormenta.
Ya nada es como antaño era
en las tierras de mi tierra
tan solo hay silencio en los caminos
y en los valles y en las cumbres
y en los neveros y en las cuevas.
Ya no hay ancianos en la plaza
contando historias de su tierra
ni rumores de fuente de cuatro caños
que acompañe en las tardes de verano
el monótono canto de la cigarra.
Ya se aventaron los vientos
borrando recuerdos escritos
por aquellos cuyas lágrimas
regaron las tierras de mi tierra
aún hay tiempo
el sol tan solo observa desde lo alto
mientras el hombre miente.
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