En estas fechas son muchas las aglomeraciones de gente que visita pueblos o ciudades alejados de su lugar de residencia. Otros, sin necesidad de retirarse se ven rodeados de multitud. Sin embargo, hay mucha gente que está sola; que se siente sola. No sé si en fechas especialmente marcadas en el calendario, me acuerdo más de aquellas y aquellos que están solos. Y no me refiro a la decisión adoptada voluntariamente para estar solo (o sola). Me refiero a la ‘impuesta’, Estás solo ‘y punto’.
A veces, cuando camino en soledad, me gusta mirar a la gente con la que me cruzo; la que veo en el autobús; en un restaurante, si he pasado a tomar alguna cosa; en un parque; en un centro comercial… Cuántas vidas ‘anónimas’ pasan a nuestro lado de las que desconocemos absolutamente todo. Imagino sobre sus vidas al ver sus caras; sus gestos; su forma de moverse; su manera de andar. Seguro que nada tiene que ver con la realidad de cada uno o cada una de ellas. Es una forma de ver la vida.
En estos versos que ahora comparto, he querido extraer tres ‘ambientes’ de un mismo lugar. Como si yo observara ‘la escena’ con un ‘catalejo’ y lo moviera hacia donde me señala el protagonista al que le presto mi voz. Solo él sabe lo que quiere contarme. Es mi voz, pero es su experiencia. Es mi voz, pero son sus pensamientos. Es mi voz, pero el eco que la acompaña nace de su protagonista… No obstante, podríamos ser cualquiera de nosotros. Nunca se sabe hasta dónde llega la palabra, y hasta dónde los recuerdos.
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Si te apetece puedes escuchar estos versos
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Acabo de comer
en un restaurante
y el camarero me ha servido un café
solo
con un azucarillo
mientras remuevo mi infusión
aún caliente
observo al resto de los comensales
no como si estuvieran bajo un microscopio
o tras una gigantesca lupa
sino a simple vista
sin distorsión aparente alguna.
Reparo en una mesa próxima
en la que comen un hombre
y una mujer
perfectamente podrían ser matrimonio
ella le habla
y él sonríe
el hombre le comenta algo
en tono muy bajo
tan solo perceptible por ella
le sonríe
y posa su mano sobre la de él…
ha lanzado un beso
él con un gesto parece atraparlo
en su mano
y lo posa en sus labios.
Para ellos solo ellos existen.
A mí
nadie me ha lanzado
jamás un beso…
llevo mucho tiempo
comiendo solo.
A su derecha
otra mesa la ocupa una familia…
creo
una mujer y un hombre
deben rondar los treinta y tres
y dos niños pequeños
a los que les calculo
cuatro y cinco años
sentados en sus sillas con alza
juegan con los cubiertos
su padre les reprende
su madre les empieza a contar un cuento
los dos pequeños atienden.
A mí
nadie
jamás me ha contado un cuento…
si así hubiera sido
estoy seguro
que guardaría un grato recuerdo.
El comedor está completo
parejas, familias, grupos de amigos
solo
en mi mesa
come un hombre
solo
ni siquiera la soledad me acompaña
pues empiezan a llegar mis recuerdos
ocupando mi mesa sin haber sido invitados
creí haberles dejado en casa
haber cerrado la puerta
girado las dos cerraduras
y haber guardado las llaves
en el lugar más profundo de mi bolsillo.
Debería marcharme.
A mí
hace tiempo
que me persiguen mis recuerdos…
quizá algún día
empiece a echarles de menos.
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😉
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