Cuantos más minutos y horas agoto; cuantas más noches y días despierto; cuantos más meses y años vivo, más cuenta me doy de la mediocridad que impera en este lugar llamado Mundo. Mires hacia donde mires verás la mediocridad decidiendo por nuestras vidas (sálvese el/la que pueda o quiera), sin ningún reparo ni vergüenza. Igual da la latitud, las ideas, la religión o el interés. Debemos gritar: ‘Ya está bien’, y a renglón seguido descruzar los brazos y hacer, denunciar, señalar, apartar…
No obstante, y como no podría ser de otro modo tengo, esperanza. Faltaría más. Esperanza en que poco a poco ocupen el lugar que realmente corresponde a los mediocres. Nunca en espacios en los que deban decidir sobre alguna cuestión, alguna persona, algún colectivo…. Si acaso, sobre ellos mismos, siempre y cuando se toleren. No esperemos más. Son menos, aunque ‘hagan mucho ruido’. Pensemos en nosotros, no en ellos, y ‘echémosles a sus casas’.
Pensando y reflexionando sobre todo lo dicho, se me ocurrió dibujarlo en unos versos. Y qué mejor que un soneto para retratarlos. Mires el país que mires; en cargos políticos; en directivos de empresas, especialmente públicas; en ayuntamientos; comunidades; gobiernos de todo color y signo; universidades; judicatura…; incluso comunidades de vecinos, siempre encontrarás a mediocres decidiendo sobre el futuro de muchos, incluso sobre el tuyo.
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Si te apetece puedes escuchar estos versos
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Los mediocres manejan nuestras vidas
con su ignorancia por bandera y pendón
no esperes que por ello pidan perdón
ni que atiendan nada de lo que pidas
los encontrarás en gobiernos y partidas
de dudosa legalidad y parangón
llenando su talego, alforja y zurrón
de riquezas más que el rey Midas
intentan esconder sus miserias
entre su indocta sabiduría
y su falsa sonrisa de vieja hiena
no atiendas a falsas habladurías
ni tengas por ellos tormento o pena
pues contadas tienen sus horas y días.
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