Unos versos para un libro en este domingo de otoño

hex0El viernes pasado celebramos el ‘Día de las Librerías’. Creo que no hay establecimiento más mágico que una librería. Libros y más libros esperando a ser descubiertos por unos ojos curiosos en busca de aventuras; de viajes; de intrigas; de sueños; de imposibles…; en busca de libertad. Los libros nos hacen libres. No es solo una frase, es una realidad demostrable. Basta solo con mirar la historia y comprobar todo lo que han sido capaces de hacer los ‘incapaces’ por eliminarlos o censurarlos.

Pensando en ellos; en estos amigos inseparables que tanto acompañan y nunca fallan, he pensado en escribir estos versos que ahora comparto. Los veo en estantes ordenados, mostrando autor/a y título, en silencio, pero capaces de abrazar miles y miles de palabras que conforman párrafos y capítulos en los que el lector podrá descubrir, si es su decisión, otras identidades, otros escenarios, otros mundos…; vividos o por vivir. Deberá descubrirlo, tan solo tiene que abrir sus páginas.

Reconozco que es más fácil estar ‘conectado’ a la televisión, se requiere poco esfuerzo. Tan solo basta con apretar un botón, tener el mando cerca y cambiar de canal, incluso de forma compulsiva, hasta encontrar un canal que ‘nos entretenga’. Sin embargo, abrir un libro y sumergirse en su lectura requiere un esfuerzo, un espacio determinado, una actitud determinada, una luz determinada…, quizá demasiado esfuerzo. ¿Demasiado esfuerzo para viajar sin movernos; para soñar sin estar dormido; para conocer otras gentes en nuestra soledad…? Lo que se están perdiendo algunos/as.

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Si te apetece puedes escuchar estos versos

.

Aún aguardo en este espacio

a ser descubierto

encontrado por unos ojos

ávidos de viajes y de aventuras

de sueños y de vidas

de épocas y de historias

de amores y de intrigas.

 

Una fina capa de polvo

cubre ya mi piel

apenas imperceptible

mis hojas se abrazan

para impedir su paso a mi interior

ensombreciendo las vidas que guardo.

 

Recuerdo aquella tarde de primavera

como si fuera ayer

cuando unas jóvenes manos

rozaron por descuido el lomo

sobre el que llevo impreso

el título de mi historia

y el nombre de la mujer

que la vivió para mí

o que la imaginó

o que simplemente la soñó.

 

Cada página se estremeció

en aquel fugaz instante

las palabras empezaron a latir desbocadas

prestas a recibir la luz

de la que tanto tiempo fueron privadas…

un instante cuasi eterno

que nos devolvió la alegría

o quizá la esperanza.

 

Debo guardar silencio

siento acelerado el latido

de otros libros que pacientes esperan

en este cálido estante

en el que parecemos dormidos

cuando tan solo aguardamos

la llegada de unas manos

que nos acaricien

que nos descubran

que nos amen

que nos lean

que nos vivan.

 

Siento el latido de su corazón en mí

apresado entre sus dedos

y cómo pierdo el roce

de mis hermanos

a los que percibía a derecha e izquierda

siento el vacío

el aire acariciándome en derredor

unas manos me han tomado

y ahora viajo junto a su pecho

me siento vivo

soy libre.

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😉

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