Vivimos en la inmediatez. Todo lo queremos ‘para ayer’. Vivimos deprisa pues nos creemos que el tiempo ‘se nos agota’, como si no tuviéramos tiempo. ¿Tiempo para qué? Para llegar ¿a dónde? Y una vez alcanzada ‘la meta’ sin haber disfrutado del camino ‘pues no teníamos tiempo…’ ¿Qué hemos conseguido? ¿A dónde hemos llegado? ¿Ha merecido la pena todo lo que ‘hemos dejado’ mientras corríamos? Hemos convertido nuestra existencia en una carrera a ninguna parte.
Formamos parte de un Universo que tiene unas reglas que normalmente olvidamos. Nos creemos dueños y señores de todo cuando estamos en este lugar, al que llamamos Mundo, sencillamente de prestado y de paso. Hemos llegado sin nada y nada nos llevaremos. Y para creernos que dominamos lo que nos rodea estructuramos el tiempo a nuestro antojo. Dejamos de medirlo acorde a como mide el tiempo la Naturaleza e imponemos nuestro ritmo. Ilusos ignorantes.
Quizá deberíamos pararnos más a reflexionar y comprender. Ahora que estamos próximos a cerrar un tiempo que hemos marcado en nuestro calendario y dar la bienvenida a otro tiempo venidero, he querido reflexionar. Detenerme. Mirar hacia lo que me rodea. Nos creemos que controlamos todo, cuando todo nos controla. Vivimos supeditados a banalidades que, en realidad, nada llenan, pues quedarán diluidas en un tiempo que todo lo devora y que no se cuenta en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses o años. Tan solo camina al ritmo del Universo en el que vivimos.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Correr para llegar
a ningún lugar
pretendiendo ser más rápidos que el tiempo
cuando simplemente nos esclaviza
con nuestro consentimiento
permitimos que nos marque
cuándo hacer
aquello que queremos hacer
ignorando el verdadero ritmo del Universo.
Inventamos segundos que se harían minutos
minutos que se convertirían en horas
horas que se transformarían en días
días que crearían semanas
semanas que serían meses
meses que forjarían años
años que harían…
qué más da saber en qué se trocarían
si solo sabemos que perder el tiempo
porque en realidad
nada nos pertenece.
Buscamos la inmediatez
de algo que nunca llegará
pues la Naturaleza no tiene prisa
su paciencia es acorde
con aquello que nace, crece, vive y muere
tan solo el hombre altera el ritmo
de lo que debe ser
altera el orden
de lo que debería ser inalterable
creyéndose dominador de todo
cuando nada domina
iluso ignorante
que nada entiende
sencillamente
porque no se detiene y piensa
porque no se detiene y mira
porque no se detiene y siente
porque no se detiene
pues se cree dominador y señor del tiempo
demasiada prisa para llegar a ningún lugar.
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😉
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