Esta ha sido una semana en la que me han abordado un ciclón de pensamientos. Dudas. Muchas dudas. Siempre la duda. De diversas cuestiones. Me es difícil comprender cómo en esta era en la que vivimos, la era que llaman de las comunicaciones, podamos sentirnos solos. Pero si te fijas un poco, solo un poco, te das cuenta en que el ‘contacto entre las personas’ se ha perdido. La conversación cara a cara. Incluso la conversación por teléfono.
La soledad. La incombustible soledad. La implacable soledad. La puta soledad. Esa soledad que es impuesta por las circustancias y el ritmo de vida que llevamos. Creo que es uno de los grandes problemas de esta sociedad que hemos y estamos creando. Estar rodeado de gente y, sin embargo, sentirnos en la más absoluta soledad. Qué maravilloso es poder regalar algo tan valioso como es nuestro tiempo y compartirlo con aquellos que nos importan. Regálate.
Y pensando en esa soledad que, a veces, nos acompaña y que puede conducirnos a una depresión (en mayor o menor grado)… Miremos. No es suficiente vivir con los ojos abiertos, vivamos percibiendo todo aquello que la vida nos regala. No dejemos de mirar; observar; soñar; reir; sentir; llorar…; caminar. Como dijo el poeta: «…nunca amanece por nada…».
Si te apetece puedes escuchar el poema
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Vivimos con los ojos abiertos
incapaces de distinguir
la noche del día
incapaces de conocer y reconocer
este mundo que nos rodea
ciegos a los acontecimientos
que cada instante nos regala la vida.
Abre los ojos
y observa el magnífico Universo
que habita en cada insignificante detalle
sin importar quién observa
pues sigue latiendo
aunque nadie mire.
Regálate el tiempo
que nace solo para ti
y serás dueño del conocimiento
que te late al respirar
al dormir
al soñar
al vivir
al mirar.
Disfruta del amanecer
aunque el cielo lo recorten
edificios huérfanos de color
y grúas de la construcción
nada importa
tan solo el mirar de tu mirada.
Disfruta del rocío
que acaricia pétalos de colores
y hojas de verde intenso
nada importa
tan solo el mirar de tu mirada.
Disfruta de la compañía
de aquel que te acompaña
y dile mil y una vez cuánto le amas
pues ignoramos cuándo será la partida
nada importa
tan solo el mirar de tu mirada.
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