Creo que una de las partes que más me llama la atención de las personas, tanto hombres como mujeres, son sus manos. No solo si están cuidadas o no; si tienen los dedos largos o cortos y si estos son finos o gruesos; si son grandes o pequeñas; si parecen ásperas o suaves. No. No es eso; o no es solo eso. Me refiero a toda la vida que han ‘observado’. A toda la vida que han ‘vivido’. A lo que han hecho o han dejado de hacer. Creo que las manos de las personas no pueden ocultar ‘aquello que ha sucedido a su lado’.
Muchas veces observo mis manos mientras trabajo; mientras como; mientras hablo; mientras pienso; cuando estrechan otras manos; mientras acaricio; mientras abro una puerta; mientras me aseo; mientras escribo viéndolas viajar sobre el teclado o cuando abrazan un bolígrafo. Me gusta mirar mis manos y compartir las experiencias que hemos vivido y las que, espero, nos queden por vivir.
Para esas manos que acarician y que aman. Para esas manos que salvan vidas en cualquier lugar del Mundo. Para esas manos que aplauden los buenos hechos. Para esas manos que viven abiertas dispuestas y esperando poder ayudar. Para esas manos que jamás se harán puño con el que golpear al inocente. Para esas manos que se alzan o se pintan de colores en protesta contra las injusticias. Para todas esas manos y para las tuyas, y para las mías, vayan estos versos.
Si te apetece puedes escuchar el poema
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Mírate las manos
y sabrás con total certeza
cuál es tu verdadera edad
confesada en silencio
por las arrugas de su piel
por las manchas que la adornan
dicen que por efecto del sol
las venas esculpiendo diminutas cordilleras
pequeño paisaje que es latido de vida
y qué decir de su envés
grabado con líneas mágicas
cual jeroglífico indescifrable.
Cuántas manos
habrán estrechado tus manos
cuántas caricias habrán ofrecido
y cuántas habrán quedado vacías
cuántas pieles habrán acariciado
cuántos rostros
cuántos cuerpos
y cuánta más vida
les queda aún por vivir.
No coartes jamás su libertad
son testigos mudos y sinceros
de aquello que hiciste
y de aquello que tal vez dejaste por hacer
pues ellas te conocen mejor que nadie.
Seguro que no recuerdas
vuestro primer encuentro
ni el placer que te proporcionaron
pero todo queda guardado en su memoria
solo tendrás que aprender a leerlo
permíteles la libertad de volar
allá donde quieran ir
prestas a acoger
siempre
abiertas
siempre
esperando
siempre.
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