Cada vez me gusta más mirar por la ventana hacia ese paisaje que amanece diferente cada día, tan solo, para hacernos sentir vivos. Esos cuadros de naturaleza viva con imposibles colores que, si te detienes a observarlos con detalle, descubrirás uno nuevo cada vez que vuelvas a mirar. Nada permanece igual. Ni el color que la luz refleja en las ramas de los árboles; ni las formas y colores de las nubes que surcan el cielo; ni las personas que caminan juntas o en compañía… Todo cambia, siempre.
No es la primera vez que pienso sobre ello, pero sí debo reconocer que, de un tiempo a esta parte, mi manera de interpretar todo lo que me rodea ha cambiado. Creo (y espero) que para bien. Por lo menos me hace sentir mejor. Descubro detalles que antes pasaban inadvertidos, no porque no estuvieran, sino porque no había reparado en ellos o no les había dado la importancia que en realidad tienen.
Nada sucede simplemente porque sí. Nada es fruto del azar (es mi opinión, claro está). Desde la primera vez que viajé en avión me ha alucinado el poder volar sobre las nubes que, por cierto, no son de algodón. Sus formas; sus colores; sus movimientos. Siempre esperando el viento que las lleve de un lugar a otro; pacientes; silenciosas (a veces); sugerentes; evocadoras… Y por ello, o no solo por ello les he querido dedicar estos versos que ahora comparto.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Me he fijado en las nubes
que silenciosas y sin prisas
caminan bajo el azul de este cielo
que nos abraza en esta primavera extraña
formando y deformando formas
al caprichoso antojo de los vientos.
No sé de dónde partieron
ni tan siquiera si su camino ha sido largo
o si las miradas que las miraron
vieron las mismas formas que mi mirada mira;
no sé cuál será su destino
ni tan siquiera dónde fijaron su horizonte
o si las miradas que las mirarán
verán las mismas formas que mi mirada mira;
no sé a quién acompañaron ayer
ni tan siquiera sé a quién acompañarán mañana
solo sé que hoy caminan sobre mi alma
como única compañía hacia mi destino.
Nada es como hace un instante era;
ni el tiempo
ni las miradas
ni las olas del mar
ni el rojo de las amapolas
ni los “tequieros”
ni los “hastasiempre”
ni los “teheechadodemenos”.
Me he fijado en las nubes
cuando llegaron,
me he fijado en las nubes
hasta perderse en mi mirada.
Distintas antes
distintas ahora,
distintas siempre.
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😉
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Y gracias a esos cambios continuamos evolucionando. ¡ Qué no es poco¡
Bravo,😘👌
Todo cambia tan rápido que, si no estamos atentos, nos perdemos los insignificantes detalles que conforman la verdad del Universo. Gracias, por tus palabras.
Besos