No sé si es más fácil vivir con los ojos cerrados o de espaldas a la vida, que hacerlo con los ojos de par en par, y con ello poder disfrutar de todo lo bello que nos acompaña. No quiero cerrar mis ojos; no quiero cerrar mis oídos; no quiero cerrar mis brazos; no quiero cerrar mi corazón; no quiero cerrarme. Creo que si lo hiciera… No, estoy seguro de que si lo hiciera, dejaría de disfrutar de todo lo maravilloso que la vida me depara. No importa el momento en el que me encuentre, importa el momento en el que yo esté.
Vivir con los cinco sentidos, o seis, o siete, o los que sean, pero en especial, vivir con los ojos bien abiertos para poder observar y, sobre todo, aprender. Siempre aprender. Sabiendo distinguir de esta forma los espejismos que propician los embaucadores de la mentira, de la sencilla realidad que nos acompaña; sabiendo distinguir las medias verdades de las medias mentiras, descubriendo con ello a los verdaderos mentirosos y a los mentirosos verdaderos. Vivir y soñar con toda la intensidad posible, sabiendo hasta dónde llega el sueño y dónde comienza la vida.
Permitirme, por favor, que con estos versos comparta mi homenaje particular a la vida que tanto me ha dado y me ha regalado. Familia, amigos, sueños, momentos de risa y llanto, caídas cuando camino y manos a las que asirme para poder levantarme y seguir hacia mi horizonte. Disfrutar de lo sencillo para poder entender la inmensidad que me rodea. Mirar, siempre mirar, con lo ojos bien abiertos.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Abrir los ojos
y disfrutar del mágico regalo
que nos muestra la vida
cuando amanece,
observar el colorido de las flores
que nacen sobre las blancas nubes
que jalonan libres el azul del cielo
o el arcoíris que abraza una gota de rocío,
todo un océano preñado de sueños
que se precipita en equilibrio
por el verde borde de una hoja
de pensamientos violetas
hasta quedar suspendida en el aire
aguardando.
Disfrutar del mágico regalo
que nos muestra la vida
y observar el crecer de la hierba
sobre la negra capa del asfalto frío
que ahora oculta las huellas descalzas
que otros caminantes hicieron antaño
alfombrando caminos de polvo, pedernal y barro
cuando buscando su horizonte
decidieron no detener su marcha.
Abrir los ojos
cuando amanece
y sentir el suave viento
que el aletear de las mariposas acerca
hasta acariciar nuestra piel
erizando cada milímetro de nuestro cuerpo
y haciendo estremecer ese corazón
que sigue latiendo entre las luces y las sombras
de lo que acontece en derredor.
Todo puede tornarse mágico
si somos capaces de entender la magia de la vida;
si creemos en imposibles;
si seguimos caminando
a pesar de los obstáculos que encontremos;
si seguimos observando el cielo
descubriendo esa forma informe en las nubes viajeras;
si seguimos sonriendo
cuando nuestra mirada mira la mirada del que es diferente;
si nuestro corazón sigue amando
a pesar de las adversidades que nos acompañan
cuando se empeñan en turbar nuestro camino.
Abrir los ojos
cuando amanece
y disfrutar del mágico regalo
que nos muestra la vida.
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