De vez en cuando, en el #PoemaDelDomingo, me gusta compartir algún haiku (poema breve japones compuesto de 17 sílabas, escrito en versos de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente), pero eso ya lo saben las seguidoras y seguidores de este espacio de encuentro. Me gusta observar el mundo que me rodea por eso, de un tiempo a esta parte, procuro detener mi caminar y sentarme al borde del camino (a veces no solo de forma metafórica) y mirar. Simplemente mirar. Así me doy cuenta de lo insignificante que soy y de la grandeza de todo lo que me rodea, especialmente si no ha intervenido el ser humano.
Me gusta ver el crecer de la hierba o el desnudar de los árboles en otoño; me gusta el pasar de las nubes, o su ausencia bajo el azul del cielo; me gusta ver caer la lluvia, pero me gustaría más ser lluvia; me gusta la noche, huérfana de luna, o con una espléndida luna llena que ilumine los sueños; me gusta escribir versos y dejar que vuelen libres hasta encontrar un corazón que los lea; me gusta conversar con mis amigos, y escuchar las historias que cada cual ha vivido, o está por vivir; me gusta la vida porque me acompaña, y sé que seguirá a mi lado hasta el mismo instante de mi partida. Hay tantas cosas a mi alrededor que me gustan, que es imposible dejar de mirar; dejar de soñar; dejar de amar; dejar de escribir versos. Por ello no voy a dejar de escribirte versos, de amarte, de soñarte, de mirarte… Siempre mirarte.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Arrulla el río
sonidos de otoño
vuelan las hojas.
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Cielos azules
sobre tus nubes grises
ya todo pasó.
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Mis pies descalzos
no encuentran camino
dónde te fuiste.
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Escucha su voz
este nuevo amanecer
partió la luna.
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Gotas furtivas
lluvia en los cristales
llanto de ausencias.
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Lo dejo todo
si te acercas a mi
tomo tu mano.
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Tres por dos más dos
ocho es su resultado
nadie ha restado.
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