A veces, muchas veces, la vida se hace difícil; muy difícil. Estamos constantemente tomando decisiones, acertadas o erradas, nunca lo sabremos. No existe la posibilidad de volver atrás y cambiar la decisión tomada, si su consecuencia no nos agrada o no es la que esperábamos. A veces, cuando las dudas nos visitan, decidimos dejarnos llevar para no cargar con la responsabilidad del rumbo que tomemos. Creo que es un error, y cuando ha pasado el tiempo y miramos atrás, quizá seamos conscientes del tiempo perdido o mal empleado.
No importa que no acertemos con nuestras decisiones. No importa. Lo verdaderamente importante es asumir las consecuencias de las decisiones tomadas, y si como resultado caemos, levantarnos y seguir adelante, una vez más, y otra, y otra, y otra… No es bueno que el desánimo se acomode a nuestro lado, y no nos permita ver más allá de las nubes que se ciernen sobre nosotros. Enfrentemos la vida, a tiempo, con decisión, tenemos poco que perder y mucho que ganar. Siempre adelante.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Después del amanecer de varios otoños
y el atardecer de otras tantas primaveras
dudó del camino hasta ahora recorrido;
quizá no fue la mejor elección
aquella que tomó aquel día,
quizá no fue la mejor elección
aquella que tomó aquel instante,
quizá no fue la mejor elección
aquella que tomó aquel despertar,
quizá, quizá, quizá…
Siempre la duda y la pregunta
siempre la pegunta y la duda,
siempre el siempre de siempre.
Sintió el paso del tiempo
pero no usaba reloj ni tenía calendario,
sintió sus pies cansados
pero nunca caminó más de lo debido,
sintió la fatiga en su mirada
pero nunca enfrentó de frente la vida.
El desánimo le abrazaba más fuerte
de lo que le abrazaban sus sábanas,
el desánimo le abrazaba más fuerte
de lo que abrazaba el recuerdo de su amada,
el desánimo le abrazaba más fuerte
de lo que abraza una noche estrellada.
Quizá no fue siempre
siempre no fue quizá
pero sintió el paso del tiempo
después del amanecer de varios otoños.
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