Me gusta la lectura relajada de la época de vacaciones, de cualquier época vacacional, con independencia de la estación que me acompañe, donde los libros parecen esperar a cambiar de manos; a ser descubiertos; a abandonar la acompañada soledad del estante; a regalarnos las historias que celosos guardan…; siempre esperando el momento en el que el lector o lectora decida empezar una nueva aventura; o retomar una ya empezada; o rememorar aquella ya vivida. Creo que la paciencia es una de las virtudes más importante que tienen los libros.
Dicen que hay lecturas frescas, para disfrutar en verano. Lecturas más contundentes, para cogerlas con paciencia. Lecturas intensas, para cuando estemos dispuestos al vértigo. Lecturas, al fin y al cabo, para cada momento y para cada persona. Por eso, cada año abro mi «Biblioteca de Verano» para compartir los sueños de aquellos y aquellas escritoras cuyas creaciones han caído en mis manos, y me han permitido conocer cientos de historias de otros tantos personajes, ambientes y épocas.