Hay momentos, cuando somos jóvenes, que pensamos que la vida es muy larga. Sin embargo hay otros, en esa misma juventud, en los que nos parece que no nos va a dar tiempo a hacer nada y queremos empezar ya. Cuántas veces hemos querido crecer y ser mayores para poder hacer…, para poder hacer qué. ¿Por qué tanta prisa? Claro, eso me lo pregunto ahora que ya dejé atrás aquella agridulce edad. Cuánta prisa por llegar, y una vez alcanzado… Quizá no debí tener tanta prisa. A veces, algunas veces, la vida se nos puede antojar corta, y otras larguííííííííííísima. Cada cual sabrá, en cada momento, su medida.
Yo ya tengo cumplidos unos cuantos años y me gusta mirar hacia atrás. No porque eche menos ningún año vivido —de veras—, lo vivido, vivido está y me ha traído hasta este instante, con sus días y sus noches, con sus sombras y sus luces. Recuérdalo, somos lo que hasta ahora hemos vivido y no podemos modificar el pasado, pero sí podemos vivir nuestro presente; debemos vivir nuestro presente y, siempre, mirando hacia adelante. El futuro está por llegar, disfrutemos de este presente cercano que nos regala cada amanecer y sigue amando, soñando, riendo…, viviendo.