Son muchas las aficiones que tengo. Creo que no sería capaz de hacer una lista con todas ellas, sin que resultase cuasi infinita. Me gusta mucho leer —no te preocupes, no voy a hacer una lista— J. Quizá por eso escribo, porque la lectura te muestra un camino que, quizá, nunca te planteaste recorrer pero su cercanía te invitó, o te incitó, o te retó, a dar el primer paso. Yo no me resistí y me dejé atrapar. ¡Qué afortunado soy de poder leer! ¡Qué afortunado soy de poder escribir! Y no me refiero a escribir y publicar —que también—, sino a la posibilidad de dejar negro sobre blanco aquello que pienso, sueño, o siento.
Me gusta escribir poesía. Veo poesía en todo lo que me muestra mi mirada, o mi corazón, o mi alma. Siento cómo la poesía llena mi vida y cómo me reconforta cada vez que nos encontramos. Escribir un poema y dejar que vuelen libres, después, en busca de una mirada que los encuentre. La poesía no tiene prisa. La poesía es paciente, y espera el momento del encuentro en el que hacerse uno con el ávido lector o lectora, abrazando su osadía. La poesía necesita su instante, su momento, su tempo. Para ti, Amig@, mis versos.