Siempre me ha gustado escribir, pero desde muy pequeño. Ahora bien, quien “encendió” esa necesidad fue la lectura. Esas lecturas que ocupaban muchos de mis días y que descubrí en los libretos de teatro que había en casa, y en las historias que contaban Emilio Salgari, Robert L. Stevenson o Julio Verne en sus libros y que me invitaban a viajar a lugares lejanos, desconocidos, llenos de aventura, de magia, de misterios…, alentando, con ello, mi amor por la lectura y después, mi pasión por la escritura. Escribiendo puedes evocar épocas y mundos; crear personajes que cobran vida; inventar universos; viajar a lugares conocidos y desconocidos, reales o inventados. Escribir, es vivir muchas vidas y muchas épocas.
No es fácil la tarea de escribir, pero tampoco es fácil vivir y no por ello nos rendimos. Requiere de una “soledad” que te aísle de todo entorno ajeno a la historia que estás creando. Puedes mezclar realidad y ficción dejando a la interpretación del lector o lectora lo que pertenece a un universo u otro. Ese mágico momento en el que autor o autora tiene la posibilidad de hablar con la creadora o el creador de la historia, es el instante único en el que el círculo se cierra y los personajes se escapan del libro para vivir en la experiencia del que los descubrió entre sus páginas. ¡¡Feliz Lectura!!