No voy a entrar en si el celebrar este día, es celebrar un día ‘creado’ por los Centros Comerciales para gastemos y consumamos. Me da igual. Me importa nada. Creo que lo más importante es que nos acordemos de la mujer que tanto ha hecho para que estemos aquí. ¿Que deberían ser todos los días? Mi respuesta es clara y contundente: SÍ (y en mayúsculas). Si a esto le añadimos que por edad, enfermedad, accidente o cualquier otro ‘contratiempo’, ya no está entre nosotros, el recuerdo hacia ella (y con ello nuestro agradecimiento), debería ser mayor. Este es mi caso. Soy el mayor de siete hermanos y hermanos, y a nuestra madre nos la arrebató un cáncer, sin avisar, como solo actúan los cobardes, cuando aún era joven, hace ya unos veranos.
Aún la siento a mi lado. Creo que no he dejado de sentir su proximidad y su compañía desde que partió. La echo mucho de menos, os lo puedo asegurar, pero está en todo lo que hago, en todo lo que miro, en todo lo que siento, en todo lo que pienso, en todo lo que escribo…; está en todo, y eso me reconforta y me hace sentir paz. Con el pasar de los años la siento mucho más cerca, y eso hace que mis recuerdos afloren, generándome una sensación de bienestar. Cuánto la he amado (y la amo); cuánto nos ha amado, y cómo ha sabido enseñarnos acerca del amor; cuánto me ha amado, y cómo ha conseguido que así me sintiera. Una gran mujer. Una maravillosa madre. Gracias, mamá. Gracias, vida. Para todas las madres, estos versos.