No sé si os ha sucedido alguna vez, cuando os levantáis por la mañana y al abrir los ojos observáis esa luz que entra por la ventana iluminando un franja de nuestro espacio en el que están suspendidas millares, tal vez millones de partículas formando su ‘Vía Láctea’ particular. Un Universo que desde nuestro punto de vista es nada, tan solo motas de polvo ¿o tal vez no? Somos nosotros quienes observamos, o somos los observados, desde esa distancia que separa su mundo y el nuestro.
¿No te has sentido insignificante cuando miras el mar? ¿No te has sentido insignificante cuando miras la cima de una montaña o la bravura de un río? ¿No te has sentido insignificante cuando las noches sin luna observas un cielo preñado de estrellas que viajan fuera de tu alcance? Sin embargo, nuestro universo, el de cada uno de nosotros no es infinito, es infinitamente pequeño. Por eso, creo que deberíamos mirar menos hacia nosotros mismos y más hacia ese espacio infinito que nos brinda la vida.