Qué agradables se me antojan los recuerdos cuando son recuperados para disfrutar de un tiempo ya vivido. Nunca con melancolía, ni tomando como mía la frase: “Cualquier tiempo pasado fue mejor” –Jorge Manrique–. Siento cómo se ilumina mi mirada, cómo se acelera mi corazón, cómo se agolpan, revoltosos, hechos que me han traído hasta aquí. Hasta este tiempo y este lugar en el que ahora me encuentro.
No sé qué hubiera sido de mi, de no haber vivido esas experiencias, y sí otras. No sé si los cruces de caminos, laberintos o encrucijadas con las que me he encontrado, y sobre las que he tomado decisiones, quizá erróneas, tal vez acertadas, me hubieran conducido hasta aquí. En cualquier caso, y siendo tan feliz como ahora soy, solo puedo (y debo), dar gracias por todo lo ya pasado.
¿Os sucede algo parecido? ¿Rescatáis recuerdos, por el simple hecho de disfrutar de un tiempo feliz? La memoria es selectiva, y eso está bien. Todas y todos hemos vivido, en algún momento, experiencias que mejor no recordar. Pero esos instantes de felicidad en lo que todo se veía y sentía diferente, creo que son capaces de arrancarnos una sonrisa o, al menos, una agradable sensación. Yo paseé de nuevo por sus orillas, después de muchos años, y me reconozco feliz.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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He vuelto a pasear por tus orillas
y he sentido el aroma que viaja el viento,
despertando en mi memoria aquellos,
ya lejanos recuerdos, de una infancia
nacida de la inocencia, el descubrimiento
y de todo aquello que estaba por llegar.
Amistades que se antojaban eternas
y que el tiempo difuminó sin requiebros.
Primeros amores que florecían
a la fresca sombra que dibujaban sauces,
endrinos y álamos que, majestuosos,
escoltaban el libre cauce de esas aguas
cristalinas que nos regalabas.
Futuros, siempre lejanos, muy lejanos,
con el que soñábamos aquellos jóvenes,
cuando en las noches de verano
nos ocultábamos bajo la oscuridad
de un firmamento preñado de titilantes estrellas,
escuchando el canto de los grillos
y los intensos latidos
de unos corazones enamorados.
He vuelto a pasear por tus orillas
y el murmullo calmo de tus aguas
me han regalado retazos de alegres recuerdos
que rescato del desván de mi memoria
cuando la soledad me acompaña,
invitándome con su silente compañía.
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