A veces, algunas veces, la cordura que habita en mi locura se acerca hasta el laberinto que me atrapa, y se confabula conmigo para derribar los muros que escoltan los indescifrables caminos que conforman su magna estructura. A veces, algunas veces, la locura que habita en mi cordura se empeña en construir laberintos imposibles en los que me siento atrapado, y cuanto más pugno por salir más me pierdo en sus laberínticas profundidades. No sé si eso es la vida, o tan solo es la que yo he elegido vivir. ¿Qué más da? No me importa si me llaman cuerdo. No me importa si me llaman loco. Entre tanto, y mientras paso de la cordura a la locura, y regreso, una vez más, de la locura a la cordura, he decidido viajar de nube en nube, soñando la vida; viviendo los sueños; soñando los sueños; viviendo la vida.
En este primer domingo de febrero, en el que al despertarme no sé si me despierto loco o cuerdo, cuerdo o loco, he querido compartir unos versos nacidos de un sueño soñado…, o no ha sido realmente un sueño. La poesía siempre está, y es misión nuestra, si eso queremos, encontrarla y compartirla. Eso es lo que intento cada domingo desde hace ya unos cuantos años. Quiero expresar lo que siento, pues es lo que me mantiene vivo y unido a este lugar en el que, no deberíamos olvidarlo, tan solo estamos de paso. Mientras llega el momento de iniciar mi último viaje (espero y deseo que aún tarde un tiempo), seguiré compartiendo, cada domingo, unos versos. Feliz lectura. Feliz sueño. Feliz vida.